Muchas personas creen que su perro, por el simple hecho de ser un perro ciego o un perro sordo, no puede ser entrenado, o es menos capaz que un perro con todos sus sentidos intactos. Estos perros (por ejemplo, muchos dálmatas, que tienen un defecto genético que les causa sordera total), suelen ser despreciados o poco considerados, debido a que sin el entrenamiento correcto, no podemos lograr comunicarnos con ellos. A su vez, ellos viven siempre frustrados, pues perciben nuestro enojo y decepción.