Tu perro piensa. Un perro es capaz de sentir un rango de emociones similar al de los humanos. Siente alegría al recibirte cuando regresas del trabajo, cuando juegas con él, o cuando disfruta de sus actividades favoritas. Siente frustración cuando no comprende el mensaje de lo que se le está pidiendo, o cuando cree entenderlo y a cambio recibe un castigo. Sentirá soledad – y ansiedad – durante tus ausencias. Excitación ante la inminencia de un juego, o al percibir tu llegada, o antes de su paseo. Siente también aprehensión ante un desconocido – lo que lo hace tan bueno a la hora de cuidarnos. También siente miedo por las mismas cosas que podrían darte miedo a ti, y a veces por cosas que van más allá de su comprensión, como una explosión, o un paraguas que se abre. Siente tristeza al perder un compañero – cuántas historias hemos escuchado de perros que “mueren de tristeza” luego de morir su amo. Y también felicidad, al recostarse a tus pies o al apoyar su cabeza en tu regazo.