Pregunta: ¿Dónde me equivoqué con mi cachorro? Solía ser tan buenito, siempre venía cuando se lo llamaba, y hacía lo que se le decía. Parecería como si de la noche a la mañana se hubiera convertido en un revoltoso y desobediente malcriado. Ya ha tenído clases de obediencia, pero actúa como si se hubiera olvidado todo lo aprendido. Tiene nueve meses de edad.
Respuesta: ¡Bienvenido a la adolecencia! Tienes entre manos el equivalente a un teenager rebelde. Los cachorros pequeños son muy dependientes de la gente y otros perros, siempre esperando instrucciones. Tienen un fuerte instinto para seguir y para encajar. Alrededor de los seis meses de edad, comienzan a pensar por sí mismos, y a probar su independencia. Este es el tiempo también en el que empiezas a dudar sobre tu autoridad. En lugar de obedecerte automáticamente cuando le das una orden, ahora se pregunta “¿para qué?” y “qué me vas a hacer si no quiero?”.
Esta puede ser una época de desafío para tu relación con él. De hecho, la mayoría de los perros que llegan a refugios que son llevados allí por “problemas de comportamiento” tienen entre nueve y dieciocho meses de edad (plena edad de adolecencia canina). La mayoría de estos problemas podrían resolverse si la gente comprendiera lo que realmente está sucediendo y cómo manejarlo.
Esta es también una época crítica para tu relación con él. Los perros eventualmente superan la adolecencia, pero lo que aprenden durante ese tiempo quedará con ellos por el resto de sus vidas. Tu cachorro te está poniendo a prueba. Si aprende que no haces valer lo que ordenas y que sólo tiene que obedecerte cuando lo desea, estás creando un patrón que será muy difícil de romper en el futuro.
Es importante que sólo le des una orden cuando realmente deseas que obedezca, y sólo cuando estás dispuesto a hacer valer esa orden. Si lo llamas para que venga y no viene, ve y búscalo. Cada vez, sin excepciones. Realiza una sesión corta de entrenamiento cada día para mejorar su adiestramiento. Incluye comandos de obediencia tales como “siéntate”, “abajo” y “quédate” en tu rutina diaria, para que se vuelvan naturales para ti y para el cachorro.
Se consistente. Si haces valer un comando algunas veces, pero no siempre, el perro aprenderá que sólo tiene que obedecerte de vez en cuando.
Se persistente. Los perros adolecentes son tercos. Para que puedan entenderte, ¡vas a tener que ser más terco que ellos!
Se paciente. Un perro bien entrenado no se logra así como así. Requiere una inversión de tu tiempo y esfuerzo. Para obtener el mayor retorno de tu inversión, un perro adolecente necesita guía y tiempo para madurar. La adolecencia es una condición temporal, pero es la base que tú construyes y que servirá como cimiento en tu relación con tu perro por los años venideros.
Autor: Vicki DeGruy. Trad. Fernando Borcel
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